Un circo sin carpa

Micaela Chirif y Carlos Yushimito
Ilustraciones: Jessica Valdez
Lima: Montena 2016 / Norma, 2019
ISBN 978-612-02-1468-8

Fátima y Mateo pasan el verano en Puerto Eten, un caluroso balneario en el norte peruano. Lejos de la escuela y las responsabilidades de la vida en la ciudad, pasean por las caletas de pescadores y las playas de los alrededores. Un día encuentran a un bufeo varado en la orilla y se proponen devolverlo al mar. Así conocen a Jeremías y a Román. Con ellos emprenden una fascinante aventura en la que los animales serán los cómplices perfectos.

Comentarios

«Son muchos los motivos para acercarnos a la lectura de Un circo sin carpa: pinceladas poéticas que enriquecen la narración, personajes entrañables, diálogos dotados de mucha naturalidad, un ritmo ágil, suspenso en momentos cruciales, un final inesperado, y todo ambientado en los hermosos escenarios del norte del Perú. Lejos de mensajes adoctrinantes, esta novela nos presenta una trama bien estructurada que no subestima la exigencia de sus lectores ni su capacidad para comprender la realidad representada, tan compleja como la vida misma. Este es, pues, uno de los mayores aciertos del libro y una razón más para recomendar su lectura tanto para niños como para adultos.»
Daniela Alcalde

Enlaces

El susurro dentro de una caracola: Un circo sin carpa
https://libroslijeross.blogspot.pe/2017/03/el-susurro-dentro-de-la-caracola-un.html

Un circo sin carpa. Fragmento
https://www.megustaleer.com.co/libro/un-circo-sin-carpa/PE28843/fragmento/

«Esa tarde el mar estuvo especialmente inquieto. Las olas se agitaron como si un mal sueño las hubiera removido de las sábanas y permanecieron así, de mal humor, el resto del día. Poco antes del atardecer, las embarcaciones que pescaban en las proximidades debieron regresar a tierra firme y una banderita roja se levantó en señal de advertencia en mitad de la playa. Mateo tuvo que dejar a un lado su tabla clavada en la arena y permaneció junto a Fátima, quien, recostada, dejaba que el sol ya domesticado de las seis de la tarde acompañara la blanda modorra que se le había metido en el cuerpo. Mateo persiguió lagartijas, caminando hasta casi el borde del muelle, y volvió con un par de caracolas que acabó por desechar cuando Fátima las comparó con la suya. Luego, simplemente, se tiró en la arena y cerró los ojos. Era imposible no pensar en las cosas que habían sucedido ese día tan largo. ¿En verdad habían rescatado a un bufeo y conocido a tanta gente extraña y misteriosa? El viaje desde Lima parecía distante ahora, era verdad, como si no hubieran pasado tres días, sino varias semanas desde que partieron, dejando atrás a sus padres en la estación.»
 

 

 

 

pasado tres días, sino varias semanas desde que partieron, dejando atrás a sus padres en la estación.